Burnout san

Profesión Médica: Riesgos Psicosociales.

Rescatamos un interesante artículo escrito por Pilar Bartolomé Hernández (secretaria general de Salud Laboral de CESM) en la Revista Formación de Seguridad Laboral de Octubre en el que analiza algunos riesgos de salud de la profesión médica.

Categorias: Actualidad Andalucía, Actualidad Nacional, Legislación, Política y Gestión Sanitaria, Visto en Prensa
Colectivos: ,,,,,,

Los riesgos de salud de quienes trabajan en el ámbito asisten­cial de la sanidad constituyen un tema que cada vez cobra ma­yor importancia en los países avanzados. 

Estudios y evidencias científicas demuestran la existencia de riesgos físicos, químicos, biológicos, ergonómicos y psicosociales que, de modo abierto o encubierto, afectan a los profesionales que prestan servicios de salud.

La sociedad exige al médico jornadas laborales, a lo largo de toda su vida profesional, muy superiores a las de cualquier otro trabajador. En la actualidad y desde la entrada en vigor del Es­tatuto Marco, en nuestro país, al médico se le exigen 48 horas semanales. Anteriormente a dicha normativa no existía límite máximo a la jornada laboral y son muchos los facultativos que han llegado a realiza rguardias de 24 horas en días alternos,  incluso en áreas de una elevadísima responsabilidad, peligrosidad y estrés.

Este exceso de jornada se realiza fuera de la jornada ordinaria, siendo mayoritariamente en horas nocturnas (63%) y en días festivos, sábados y domingos (36%). Esta jornada, en su mayor parte, está ocupada por funciones casi exclusivamente asistenciales.

Trastornos neuropsicológicos

Mantienen los expertos, y así lo estima la OMS, que los turnos de noche, además de acortar la vida media del trabajador; aumentan en un 40% los riesgos de padecer trastornos neuropsicológicos, apareciendo una fatiga permanente que no mejora debido al insuficiente descanso por la noche y que se manifiesta con dolor de cabeza, vértigos, angustia, depresión, irritabili­dad y alteraciones oculares, y hasta un 35% presenta problemas digestivos y cardiovasculares por estrés crónico, una mayor inci­dencia de diabetes, insomnio, irritabilidad y depresión, que con­ducen a un mayor consumo de psicofármacos, alcohol y cafeí­na; también aumenta la prevalencia de distintos tipos de cáncer, además de aumentar tres veces más el número de divorcios respecto de los que tienen una jornada laboral diurna.

Las personas que trabajan fuera del horario que correspon­de con la fase de vigilia natural, normalmente, se sienten menos satisfechas con su trabajo y están más predispuestas a neurosis con comportamientos obsesivos y a alteraciones que van des­de trastornos del carácter hasta reacciones histéricas. Además, el trabajo a turnos repercute en la vida privada, por inadapta­ción al ritmo de vida de la familia, acarreando numerosos conflictos familiares. También dificulta las relaciones socia­les por la imposibilidad de coordinar los horarios con las amistades o participar en actividades colectivas (deportivas, culturales, sociales). Todo ello conduce a la imposibilidad de poder conciliar la vida familiar con la laboral.

La depresión es tan prevalente entre los médicos como en la población general. Uno de cada diez profe­sionales puede sufrir este tipo de trastornos a lo largo de su vida profesional, con la consiguiente incidencia en su ejercicio de la medicina. Como en otros colectivos, también los médicos, por miedo, sentimiento de culpa o estigmatización de la enfermedad, tienden a ocultarla y negarla.

Las tasas de suicidio de los médicos en Estados Unidos, Inglaterra y otros países son más altas que las de la pobla­ción general y las de otras profesiones. Esta tendencia es más pronunciada entre psiquiatras y anestesistas.

 Problemas psíquicos

El rol de médico no proporciona protección contra la en­fermedad. En definitiva, los médicos también van a padecer problemas psíquicos y conductas adictivas. Las especialida­des médicas más afectadas son las que entrañan mayor es­trés y/o actividades de riesgo que el profesional tiene que resolver inmediatamente, como Urgencias, Anestesiología, Cirugía General y de Trasplantes, Medicina de Familia y Pediatría en Atención Primaria.

Como revela la Estadística de Accidentes de Trabajo (EAT) 2014 del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, las actividades sanitarias ocupan el sexto puesto de siniestralidad (13.819 accidentes). Los accidentes de trabajo representan un 10% de las incapacidades temporales en el sector sanitario. La gran mayoría (cerca de un 90%) de las bajas son debidas a enfermedades comunes y tan solo un O, 1 % a enfermedades profesionales.

Tanto en hombres, como en mujeres, las actividades con mayor número de enfermedades profesionales continúan siendo las mismas que en el año 2013. En los hombres la «fabricación de vehículos de motor, remolques y semirremolques» y las «actividades sanitarias» en las mujeres se consolidan como los sectores que concentran mayor número de partes de enfermedad profesional con baja.

Según el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, hay factores determinantes para la aparición de los riesgos la­borales del personal sanitario, como los fra­casos terapéuticos, la atención especial que necesitan muchos enfermos, los casos ur­gentes, los turnos y la escasez de recursos. Pero igualmente se puede considerar la so­brecarga de trabajo como detonante de los problemas de salud de los profesionales sa­nitarios, aderezada con una escasa cultura de la prevención de riesgos laborales en el sector, ya que no hay una homogeneización de estos planes en España.

Cambios en los servicios sanitarios

Tal como se refleja en las conclusiones de las 11 Jornadas Clínicas PAIME, se están pro­duciendo una serie de cambios en los servi­cios sanitarios. La eficiencia y el coste-efec­tividad son las herramientas más valoradas para determinar la financiación de los proyectos y la reestructu­ración de los servicios e incluso la calidad asistencial y la seguri­dad de usuarios y sanitarios.

Estos cambios, unidos a un empleo inestable. la carencia de estímulos positivos, condiciones ambientales del lugar de traba­jo, etc. (las causas del estrés laboral no se limitan a un único fac­tor, sino que es resultado de la combinación de varios de ellos, lo que agrava el problema), van a reducir la satisfacción laboral y van a condicionar los riesgos psicosociales inherentes al trabajo del médico, como el estrés propio de la actividad clínica, el aco­so y el desgaste profesional en el trabajo, dando lugar a proble­mas de salud mental en los profesionales sanitarios, con mayor riesgo de burnout y depresión.

Recomienda la Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacio­nal de Salud que, para prevenir la enfermedad mental, las adic­ciones y el suicidio, se deben realizar y evaluar acciones específicas para disminuir las tasas de depre­sión, adicciones y suicidio en grupos de riesgo, desarrollar programas de pre­vención e intervención que ayuden a controlar y paliar tales efectos, siguien­do las sugerencias para estos de la UE para la prevención y tratamiento de es­tos graves problemas de salud pública, por lo que se debería propiciar la par­ticipación de los médicos en la planifi­cación, regulación y control de la orga­nización y la gestión de los centros sa­nitarios, una mayor atención a los va­lores profesionales y deontológicos, así como un adecuado clima afectivo y efectivo de trabajo entre todos los profesionales sanitarios.

Para concluir, destacar la importancia de una buena evaluación, planificación y control de los riesgos psicosociales en el ámbito sanitario. 

Pilar Bartolomé Hernández. 

Secretaria General de Salud Laboral de CESM 

Fuente: Revista de Formación de Seguridad y Salud