Carta

A propósito de Línea Roja.

Publicamos la carta que nos ha enviado un médico rural andaluz donde nos cuenta su camino laboral en el SAS y la insensibilidad de la administración.

Categorias: Política y Gestión Sanitaria
Colectivos:

Me ha costado poco escribir estas líneas, pero muchísimo en decidir mostrarlas.

¿Para qué? Me pregunto y os preguntaréis… no lo sé. A veces desbridar la desesperanza, mostrarse desnudo ante el desconocido lector es per se, gratificante para no descomponerse ni aislarse. Mi entorno sabe de mis peculiaridades, incluso mi jefe próximo. ¿Y qué? Una palmadita intenta redimir la dejadez y poco más.
Es poco habitual que un médico enfermo abra el libro de su vida, se desnude, y se muestre desprovisto de recato, en una página pública.
Empiezo a ser ya un “veterano”, 58 años, de la medicina, de lo que un día decidir ser a pesar que sabía de la consagración hacia los demás, el contacto con el dolor, la muerte, el sufrimiento y, ahora, muchísima desesperanza.
Tras muchos esfuerzos y con la fe que cumplir con mi profesión, esperaba al final, de una carrera, próxima ya la meta, solamente la tranquilidad. No ha sido así.
Los de mi “quinta” saben que no fueron tiempos fáciles para el ejercicio profesional hace 30 años. Sustituciones de 2-3 días, cubrir bajas o permisos de no más de 6 días seguidos, festivos…y siempre de forma errática en varios centros y zonas, que no tenían demarcación concreta. 
Así hasta que, después de recorrer muchos ambulatorios, donde te enviaba el SAS (era lo que había y no podías elegir mucho) surge la primera oportunidad de estabilidad: el concurso oposición que consistía en hacer una Memoria. Se me antoja ya lejana pero reciente en mi herida. La aprobé con una nota más que suficiente, pero había que añadirle, a esa puntuación, el tiempo trabajado, valor fundamental para el SAS de entonces ¡Mala “suerte”!  Ocurrió que por estar trabajando en un ambulatorio (donde me pusieron) que fue el último en reconvertirse, se me puntuó con 0,2 el mes trabajado y no 0,3 como era puntuado el trabajo en un centro de salud. Se me penalizó por trabajar donde ellos me decían. 
Me quedé sin plaza.
Con algo más de años seguí mis derroteros profesionales con la eventualidad, seguía errante, con esa maldición a la que te condena el SAS, ahora sí en centros de salud. Así hasta que, en el 2007, surge otra vez posibilitar tu seguridad con la convocatoria de otra OPE, esta vez con el sacrifico que supone el estudio, la memoria…. en unas edades no precisamente jóvenes. De nuevo, tras el enorme esfuerzo, supero el examen al que había que añadir el tiempo trabajado y formación. Tenía el máximo en experiencia laboral y pensaba que también en el apartado de formación. ¡Nuevo error! Solo me contabilizaron poco más de 12 puntos de un máximo de 35 que creía poseer (lo sigo creyendo) que no fueron suficientes para obtener plaza.
Entre los no valorados, pero  perfectamente acreditados, están los créditos de cursos de doctorado en psiquiatría ( psicopatología de las depresiones, aspectos psicopatológicos del dolor y el stress….como veréis “nada relacionado” con la atención primaria) y que,  para  más escarnio, fueron la base fundamental para ser nombrado secretario del PAI (Proceso ansiedad, depresión y somatizaciones) por el mismo SAS. 
Tampoco fueron valorados los reciclajes formativos (actividades formativas como lo acreditan los propios certificados), propuestos y promovidos por el propio director del Distrito Sevilla de entonces que trataban distintos aspectos de la medicina: cardiología , cirugía ,cuidados paliativos en la unidad del H San  Juan de Dios, Cruz Roja….  Nada, pese a ser alegado en tiempo y forma, fue objeto de valoración, algunos con la peregrina tozudez de decir que los “reciclajes no son actividades formativas”. Aprobado sin plaza.
Estoy seguro que algún compañero está o ha estado en mis circunstancias, pero aún hay más, como colofón, tras más de 24 AÑOS de trabajo, sigo como interino y mi destino actual es una población rural desde hace 5 años. Hago 200 km diarios, ejerciendo como único facultativo (junto con una enfermera, sin administrativo, celador o ambulancia en la localidad). Atendiendo la consulta normal, urgente y emergencia desde las 8h hasta las 15h. 
Si hay un accidente cercano a la población o urgencia que requiera traslado al centro hospitalario, el más cercano está a 30 km, lo realizamos la enfermera y yo para, una vez finalizado el mismo, volver de nuevo (con estres o no, con ansiedad o sin ella, da igual) a continuar con la asistencia normal de la población. Por cierto, una población nada desdeñable, que tiene más de un centenar de niños menores de 12 años asistidos por mí, al no existir pediatra en la población (formación en pediatría que es objeto de debate si debe ser puntuada para el médico de familia en una oposición… ¿cómo los atendemos si no estamos formados?).
Todo este quehacer diario, mis servicios prestados, el SAS me lo “bonifica” aplicándoseme las 37,5 horas en un módulo puro y duro de guardias, de tarde, tras mi jornada normal, en una población aledaña, a pesar de estar EXENTO de las mismas desde hace más de 3 AÑOS.
Todos, todos conocen de mi situación. Cada día “mi línea roja” la traspaso haciendo un esfuerzo brutal que a pesar de mi cansancio físico y psíquico, de mi hastío personal del trato que sufro por parte la “empresa” y sentirme vacío de dar todo para que mis pacientes sean atendidos como merecen.
El daltonismo de la Junta es grotesco. Líneas verdes y rojas se confunden atendiendo al mordaz interés que tengan, los ojos, empañados del poco escrúpulo que da la luz de la injusticia.
Un médico del SAS.