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¿HACIA DÓNDE VA LA SANIDAD PÚBLICA ANDALUZA?

Sueldos bajos, malas condiciones laborales, escaso reconocimiento, falta de desarrollo y expectativas… la política estratégica de la Consejería de Salud desmotiva y provoca un éxodo de profesionales difícil de asumir para la Sanidad Pública.

Categorias: Actualidad Andalucía, Opinión SMA, Política y Gestión Sanitaria
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Muchas de las sustituciones ofertadas en el plan vacacional de este verano han quedado sin cubrir. El problema sin duda está relacionado con las pésimas condiciones laborales que se ofrecen. El sueldo y la retribución de las guardias de los médicos andaluces es de las más bajas de España. Pero hay más. El médico que acepte una sustitución sabe que probablemente su jefe lo tratará de forma despótica e ignorará en la práctica muchos de sus derechos laborales; sabe que seguramente no tendrá con la suficiente antelación el organigrama de trabajo, y que a menudo recibirá una llamada a su teléfono personal para comunicarle un cambio de turno o una guardia no prevista con solo unas horas de antelación. Aunque es un médico especialista, con una elevada cualificación y responsabilidad profesional, sabe que a cambio de trabajar solo unos meses con un sueldo precario habrá de soportar el menosprecio y el maltrato de un compañero que, con toda probabilidad, es jefe exclusivamente por méritos políticos.
  
El problema al que nos enfrentamos no es coyuntural. La renuencia de los médicos a trabajar para la sanidad pública va en aumento. Cada día son más los compañeros que dejan la pública para dedicarse en exclusiva a la privada, generalmente los más jóvenes y competitivos en cada especialidad. Las causas son múltiples y no afectan solo a los sustitutos de verano. 
Los médicos carecemos de una auténtica carrera profesional. Para progresar profesionalmente el requisito principal es la proximidad al poder. La investigación biomédica está controlada por redes clientelares y fundaciones politizadas. Cualquier mejora profesional fuera de estos ámbitos es casi imposible.
Las condiciones laborales y retributivas cambian de forma imprevisible. Los turnos y centros de trabajo, las formas de retribución y el reparto de incentivos están sometidos a permanentes modificaciones, siempre dirigidos a buscar la máxima eficiencia económica a costa del profesional. El médico no sabe cuánto ganará dentro de un año, si lo trasladarán dentro de su Distrito o Área hospitalaria, o en qué sentido podrá cambiar la organización del trabajo. De hecho, muchos ni siquiera conocen el viernes los turnos y guardias de la semana siguiente. 
La crisis puso de manifiesto el papel que la Administración andaluza asigna a los médicos en el sistema. No solo nos aplicaron un porcentaje de reducción de retribuciones superior al de otros colectivos, sino que además utilizaron el aumento de jornada para dejar de abonar gran parte de la actividad complementaria, con lo que la reducción de retribuciones real fue muy superior a la oficial. La reducción de jornada de los médicos eventuales al 75% se sumó a estos recortes, de modo que su retribución acabó siendo ridícula, no ya en comparación con lo que cobran los médicos de otras comunidades, sino con lo que cobran el resto de profesionales sanitarios de Andalucía.
Desde la Administración siempre se sostuvo que en Andalucía no se habían hecho recortes en sanidad. Desde su punto de vista, los recortes laborales y retributivas a los médicos no son recortes. Sin embargo, en esto la Junta se equivoca o miente, o ambas cosas. Los recortes a los médicos son recortes sanitarios y tienen consecuencias directas sobre la calidad de la asistencia, y además sí ha habido recortes de prestaciones que la Administración ha ocultado con su habilidad proverbial para el maquillaje de las listas de espera.
Durante mucho tiempo la profesionalidad de los médicos ha compensado los atropellos de la Administración. Pero todo tiene un límite. El deterioro de la sanidad pública favorece el crecimiento de la sanidad privada que se nutre, a su vez, de los profesionales quemados de la sanidad pública. Los supuestos defensores de la sanidad pública se han convertido en los mejores aliados de la privada. No hay nada malo en el crecimiento de esta última, pero sí en que se deba en parte al hecho de que muchos ciudadanos deban contratar un seguro médico para compensar las carencias del Sistema Sanitario Público Andaluz, cuyos médicos los acompañan en su huida.
La Administración andaluza está cometiendo un error estratégico de una gravedad extraordinaria. Llegará un momento en que la situación tal vez no sea reversible. No se puede seguir sosteniendo la sanidad pública a base de exprimir a los médicos, de los que depende en gran medida la calidad y la eficiencia del sistema. La Junta hace bien en procurar que le cuadren las cuentas de la sanidad, pero no le servirá de nada si se queda sin médicos que pasen las consultas.
Comité Ejecutivo SMA