Encuesta

Más de la mitad de los médicos en precario han sufrido ‘mobbing’.

Un 51 por ciento de los médicos en precario han sido víctimas de acoso, 7 puntos más que los que tienen más estabilidad. Un 66 por ciento no denuncian la situación, según datos de la encuesta de OMC y CESM.

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Un 51,4 por ciento de los médicos que trabajan en el SNS en situación de precariedad afirman que han sido víctimas de acoso laboral a lo largo del último año, frente al 44,1 por ciento de los galenos con una situación laboral más estable que dicen haber sufrido mobbing.

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Los datos, extraídos de la cuarta oleada de la Encuesta de Situación Laboral del Médico de la Organización Médica Colegial (OMC) y CESM, confirman la relación que establecieron ambas organizaciones entre la precariedad laboral y el haber sufrido algún tipo de maltrato o discriminación en su centro de trabajo.

El informe original, cuyos resultados desvelaron que un 43,5 por ciento de los encuestados se habían sentido acosados, señalaba que la tendencia era mayor entre mujeres, jóvenes y extranjeros, pero no había ningún cruce de datos que relacionara directamente la situación laboral y el acoso.

Propietarios

A instancias de DM, la empresa encargada del estudio facilitó los siguientes datos: un 40,9 por ciento de los participantes que tienen plaza en propiedad afirmaron haber sufrido algún tipo de maltrato, frente al 44,4 que no la tiene.

Una diferencia de 3,5 puntos que crece hasta los 7,3 si dentro del SNS se diferencia entre los que ejercen en precario (con contrato inferior a seis meses o jornada parcial, según la encuesta) y quienes no, ya sean propietarios, laborales indefinidos, interinos o eventuales con contratos de al menos de 6 meses de duración.

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«Esta información viene a confirmar que ese doble abuso existe, que no es sólo una suposición nuestra», opina Óscar Gorría, promotor del estudio.

No cree que los resultados del sondeo estén sobredimensionados: «Al contrario: teniendo en cuenta que la mitad de las víctimas no toma medidas porque ha normalizado el acoso o por miedo a represalias, la realidad podría ser mucho peor», argumenta.

De hecho, entre los temporales en peor situación también predomina el silencio. En un 66 por ciento de los casos el médico no toma medidas si el agravio es por parte de sus superiores, y en un 60,3 por ciento de los casos si los acosadores son los compañeros. Las víctimas con una situación más estable callan en un 48,7 y un 47,6 por ciento de los casos, respectivamente.

Calidad

Aún así, Gorría señala que el porcentaje de acoso a personal fijo también es preocupante: «Ya es conocido que los casos de enfermedades mentales como el burn-out y los suicidios son frecuentes entre los facultativos. Es muy grave y las autoridades no pueden mirar hacia otro lado».

Además, no es un problema que repercuta sólo sobre los profesionales: «Tanto la precariedad como los problemas derivados del acoso (depresión, estrés, etc.) inciden negativamente en la calidad asistencial que damos a los pacientes».

Una realidad silenciada y complicada de sacar a la luz

Detrás de los números de la encuesta de OMC y CESM, hay historias muy complicadas que pueden llegar a durar años.

«Mi mujer y yo conseguimos por bolsa un contrato en Urgencias. La jefa de sección me dejó claro que ese puesto era para quienes habían hecho el MIR en el hospital. Durante los dos años que estuve allí, me humilló públicamente, me ocultó datos de los pacientes y me relegó a tareas banales», relata Miguel Villarta, al que un juzgado le reconoció que su depresión se debía a un acoso laboral.

Otro facultativo del País Vasco, que prefiere quedar en el anonimato, acusa a la Administración de haber tomado represalias contra él cuando la unidad de la que era jefe de sección rechazó formar parte de un programa de gestión clínica. Asegura que le han abierto seis expedientes disciplinarios, le han descontado complementos salariales y han declarado que cobraba más ante Hacienda, etc. Ha ganado varios juicios, pero desde hace siete años está relegado a una consulta que «más bien es un almacén, sin actividad asistencial. En cierto modo, se han olvidado de mí y estoy más tranquilo, porque antes era un estrés constante», lamenta.

La vía judicial

Alfonso Atela, asesor jurídico del Colegio de Médicos de Vizcaya, reconoce que estos casos «son difíciles de demostrar. Debe probarse que se sufre el acoso de forma reiterada y continuada. Además, no es raro que a la víctima también la acusen de provocar conflictos». 

«No siempre se establece claramente que la conducta sea acoso ni tampoco se separa a la víctima del perpetrador», apunta Pilar Bartolomé, secretaria de Salud Laboral de CESM, que está preparando una propuesta para pedir al Consejo Interterritorial que tome medidas. Recuerda que cualquier profesional puede sufrirlo, aunque la situación se ceba especialmente con las mujeres, discriminadas si quieren ser madres, y los MIR, «a los que se les presiona con las guardias y descansos».  

Fuente: Diario Médico