Precariedad

Precariedad laboral y fraude en las administraciones: Soy cirujana en la sanidad pública y he firmado 5 contratos en 7 meses.

Contratos temporales encadenados durante años, fraudes laborales instaurados por sistema, incertidumbre, inestabilidad, horas que no se pagan… no solo ocurre en la empresa privada.

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Colectivos:

Los médicos de la sanidad pública pueden estar orgullosos. Cada vez que se pregunta a los ciudadanos por el servicio que prestan, la satisfacción es evidente: el 88% considera que la atención de los médicos de cabecera es buena o muy buena, el 83,3% le da esas notas a los especialistas y el 79,7% a los de urgencias. El trato del personal se valora con un 7,7 sobre 10 en el último Barómetro Sanitario.

Sin embargo, para este reportaje ninguno quiere dar la cara, por muy satisfechos que estén con la labor que desempeñan en la sociedad. «Hablamos de esto si no pones mi nombre real». «No digas qué enfermedad es la que investigo, que se va a reconocer el hospital». «¿Una foto de espaldas? Ni de broma. Se me acaba el contrato en una semana y no quiero líos, aún no sé si me van a renovar».

Todos necesitan ocultarse antes de contar las condiciones laborales de su día a día, por eso los nombres de los testimonios que se reproducen a continuación han sido modificados. Pero antes de darles la palabra, tres datos rápidos para ponerse en contexto:

1. La mitad de los profesionales que trabajan en el Sistema Nacional de Salud no tienen su plaza en propiedad (en Madrid o Cataluña ronda el 30%).

2. Entre esos médicos sin plaza, el 41% no consigue un contrato a tiempo completo de más de seis meses.

3. Los médicos sin plaza firman una media de casi seis contratos al año con la Administración.

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Son cifras del estudio realizado por la Organización Médica Colegial, cuyo presidente comparó la inestabilidad de los médicos españoles con la de «quienes trabajan en un McDonald’s«. Salvo que en este caso no se trata de una empresa privada. «La sanidad pública es la mayor empresa de trabajo temporal de España», apostilló el coordinador del estudio.

Carmen, 30 años. Cirujana.

«Para encontrar trabajo no hay pruebas de selección, no hay procesos abiertos, no hay Recursos Humanos, no hay una bolsa de trabajo… No hay forma de saber dónde buscan gente ni con qué requisitos, solo puedes tirar de contactos tuyos, de tu jefe, tus compañeros o tu familia, y pasear tu currículum de hospital en hospital intentando ir más allá de la recepción.

Yo hago cirugía general y digestiva. Mi trabajo tiene tres partes: valorar si hay que operar, estar en quirófano operando y ocuparme de los que están ingresados después de la operación. Tengo 3-5 guardias al mes, esos días puedo llevar 18 horas trabajando y después meterme al quirófano con cinco pacientes seguidos, toda la noche operando.

Desde noviembre he encadenado cinco contratos. Ahora me están renovando mes a mes, me entero en el último momento si sigo o no. Tengo que tener ahorrado siempre, porque el sueldo de ese mes puede que tenga que durarme un mes o varios. Si a finales de este mes no me renuevan, volveré al paro. La última vez que fui, la del INEM me preguntó de forma rutinaria si quería que me apuntara otra profesión en mi lista, y le dije: ‘Es que soy cirujana…’. Fue un momento un poco raro. Pero vamos, con mi contrato de un mes todo el mundo me da la enhorabuena.

Juegan con que nosotros nos preocupamos por los pacientes y nos gusta lo que hacemos. La inestabilidad no influye en nuestro rendimiento como pasa en otros trabajos. Se aprovechan de nuestra motivación: echamos más horas, preparamos cosas en casa… si un paciente se complica yo no me voy.

La opción de irse al extranjero siempre está ahí, porque pagan mucho más y las condiciones son mucho mejores. Otra de las ofertas que nos llega a menudo es dedicarnos a los injertos capilares. Es una buena opción económica, pero… Ya ves, tienes más estabilidad implantando pelo que operando a gente».

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Rocío, 34 años. Medicina interna.

«Empecé con una beca de investigación que me renovaban de año en año. Con la beca no estás vinculada al hospital, y en teoría no puedes hacer tarea asistencial con pacientes, pero de hecho se hace: los ves, los diagnosticas y tomas decisiones. Ahora la beca se ha reconvertido en ‘contrato de intensificación’, que es un poco peculiar porque la teoría tampoco se corresponde con la realidad.

La teoría es: un jefe adjunto va a liberarse de media jornada para hacer un trabajo de investigación, por lo que me hacen a mí un contrato de media jornada para que supla ese tiempo.

Pero la realidad es: el jefe trabaja jornada completa y tiene que hacer la investigación en su tiempo libre, mientras yo cobro media jornada pero también trabajo jornada completa. Este contrato me lo renuevan cada seis meses, llevo así desde 2014.

Mi marido también es médico, y pedimos una ayuda para la guardería del niño. Pero no nos la dieron porque lo que da puntos es que los dos padres trabajen a jornada completa y en mi contrato pone que solo trabajo media jornada«.

Jorge, 36 años. Pediatra.

«Tenía contratos de tres meses, seis meses… ahora estoy de año en año. A finales de junio me diagnosticaron una enfermedad del corazón con riesgo de muerte súbita y me costó adaptarme a la medicación. Me dieron la baja, pero el contrato me vencía el 30 junio y yo estaba muy débil, no me podía ni afeitar. Al final, para que me renovaran, me reincorporé antes del 30 de junio gracias a mis compañeros, que me dejaron las labores menos exigentes, porque la verdad es que no estaba en condiciones.

Tengo dos hijos. Si mi corazón se deteriora y me tienen que hospitalizar, me quedo fuera. Me dejarían de renovar, no sería un despido«.

Inés, 31 años. Medicina interna.

«Empecé en un hospital privado antes de verano, me dijeron que me iban a hacer un contrato normal… ‘pero después de las vacaciones, cuando esté el abogado’. Así que estuve dos meses sin contrato, y me fui. Me pagaron 700 euros menos al mes de lo que me habían prometido, me dieron un cheque. Pero lo peor no era eso, era que tenían a los pacientes fatal.

Luego entré en un hospital público por guardias, ocho al mes. Por cada día que iba a trabajar firmaba un contrato, firmaba alta y baja en el mismo día… era un contrato de ocho horas pero estaba guardias de 17 o 24 horas. En otros hospitales, por ocho guardias te dan de alta todo el mes, porque son casi tantas horas como un contrato del 100%, pero no tuve esa suerte.

Lo compatibilizaba con otro trabajo de guardias en el otro extremo de la Comunidad, a 60 kilómetros, tardaba tres horas en ir y tres en volver. No me venía bien porque estaba lejísimos, pero me daban de alta en la Seguridad Social todo el mes y necesitaba la tranquilidad de estar cotizando. Era un contrato por obra y servicio para que el hospital te pudiera echar cuando quisiera; cuando me fui no tenía derecho a finiquito ni a vacaciones pagadas.

Ahora voy a empezar un contrato de media jornada con cuatro guardias al mes, luego volveré a tener solo guardias. Mi calidad de vida no es muy buena,el trastorno del sueño ocho noches al mes, cambiando los horarios… para la salud no es bueno, pero intento tomármelo con humor: yo digo que es mi vida de artista con horarios atípicos. Estoy agradecida de tenerlo».

Ricardo, 36 años. Neurocirujano.

«He estado cinco años con contratos de tres, seis o nueve meses. Lo máximo que firmé fue un año. Tener contratos de tres meses te dificulta la vida, con contratos eventuales nadie te da una hipoteca por muy neurocirujano que seas.

Aunque lo peor son las formas: te tratan como a ganado. Estás a 28 de diciembre y nadie te dice si tienes que venir a trabajar el día 1. A veces no te decían cuándo tenías que firmar el contrato, un compañero se había ido unos días en Navidad porque era de fuera y tuvo que volver de donde estaba para firmar, porque le decían: «Si no vienes te quedas sin trabajo». A otro le dijeron que tenía que ir a firmar una mañana en la que justo no podía porque tenía que ver a un montón de pacientes y cuando lo dijo le respondieron: «Esto son lentejas». Es denigrante.

Coincidiendo con las últimas elecciones autonómicas (esto no es casualidad) hubo un proceso de regularización de contratos. Había un baremo de puntuación que no estaba nada claro, tampoco sabíamos cuántos contratos iban a dar en el hospital, pero yo tuve suerte y ahora estoy indefinido».

José Luis, 31 años. Medicina interna.

«Yo iba firmando de tres meses en tres meses hasta que a finales de diciembre fui a firmar y vi que en el contrato ponía un año, aunque me habían dicho que eran tres meses. Yo no sabía si era un error, pero vi la fecha, miré a la señora, firmé y me callé. No sé qué pasará cuando acabe, igual vuelvo a los de tres meses.

Es cabreante, lo hablamos entre nosotros para hacer terapia de grupo. Salimos a la misma hora mi amigo y yo, y él está cobrando la mitad, es una mierda. Y eso que yo ya hago más de lo que me toca. Está tan instaurado… y los responsables son las Administraciones Públicas.

No es forma de vivir, pero el problema es que es vocacional, y de eso se abusa. Por eso la sanidad pública española es tan rentable, porque somos profesionales licenciados, con una formación muy específica, pero nos mantienen a base de ratear. A mí me gusta mucho mi trabajo, pero es un trabajo. Mi jefe me decía que viniéramos en Semana Santa y parece que si no vienes eres un mal profesional. Yo soy un buen profesional, pero en mi horario. Me gusta mi trabajo, pero me gusta más mi vida».

Lucía, 31 años. Medicina interna.

«Empecé en una clínica privada, allí estuve ocho meses como falsa autónoma. Eso es muy normal en la privada. Luego encontré otra cosa en otra privada donde me ofrecían un contrato indefinido con seis meses de prueba, que eso para mí era una pasada. Las condiciones no eran malas, pero tenía que trabajar uno de cada tres fines de semana y eso no estaba en el contrato, no me lo pagaban. Trabajaba doce días seguidos y acababa agotada. Y si alguien estaba de vacaciones, entonces era uno de cada dos ‘findes’: semanas de 12 días con solo dos días de descanso, eso te acaba quemando mucho. Te decían que compensaras con algún día de vez en cuando, pero nunca se podía compensar porque había mucho trabajo y te ponían mala cara. Cuando te cogías un día todavía te sentías mal.

Decidí pasarme a la pública aunque cambiaba un contrato indefinido por uno de tres meses, era un salto al vacío. Dos días antes de que acabaran los tres meses, me dijeron que me iban a renovar un mes más, pero en realidad fue una semana. Luego me dijeron que no iba a haber nada más pero al final me renovaron 15 días, y luego una baja de paternidad de otros 15 días. Ahí ya si que me dijeron que no iba a haber más, así que me puse a buscar y me comprometí con uno privado.

Pero entonces me dijeron que me prorrogaban un poco más y que probablemente después podría tener un contrato de seis meses por un chico que se iba. Pero como no quería dejar tirados a los de la privada con los que me había comprometido, porque estaban faltos de gente, estuve un mes yendo primero a un sitio y luego al otro, comiendo un sándwich en el metro. Lo del contrato de seis meses está un poco en el aire ahora, porque ha vuelto un señor que tenía plaza.

Conocer la privada me ha hecho saber que quiero trabajar en la pública. Pero si quieres trabajar en un hospital bueno tienes que pasar por esto de los contratos precarios. Si ahora me voy a otro lado, probablemente pierda la oportunidad que he generado estos meses. Tienes que estar ahí y aguantar«.

Ernesto, 39 años. Medicina interna.

«Cuando terminé la especialidad me hacían contratos mes a mes, pero a veces no firmaba hasta el día 14, con lo cual estaba trabajando sin contrato. Era una zona turística con mucha actividad en verano y me obligaban a hacer guardias de urgencias sin poder librar al día siguiente, aunque la ley marca que debes librar. Con lo cual me pasaba trabajando desde las ocho de la mañana de un día hasta las tres de la tarde del día siguiente, jornadas de más de 30 horas durmiendo dos o tres horas. Viendo pacientes, consultas… y por la noche guardia de urgencias, a lo que venga, y a la mañana siguiente en planta otra vez.

Llevo con contratos de seis meses desde verano de 2013. ¿Cuándo sabes si renuevas? Pues el último día laborable al acabar la jornada. Tienes que aprender a vivir a corto plazo, yo no hago planes a mucho más de tres meses vista.

En toda Europa los médicos españoles están muy valorados, puedes cobrar cinco veces más que aquí, y en Reino Unido te dan todo tipo de facilidades si quieres ir a España los fines de semana. No te digo ya si vas a países como Dubái».

Juan José, 31 años. Médico de familia.

«Cuando acabé la residencia íbamos cubriendo los huecos que quedaban, día a día. Tenía que estar en pie a primera hora de la mañana, me llamaban y me decían: «Hoy vas a pasar consulta a 50 kilómetros de tu casa». O te hacían el plan de la semana: «Hoy tienes una guardia en tal sitio, el jueves una consulta no sé dónde…». Estuve así cuatro meses y cada día era un contrato, cada día me daban de alta y de baja.

Después empecé en el hospital y me hacen contratos de un mes, de 15 días, me mandan al paro, me vuelven a llamar… lo máximo que dan ahora mismo son tres meses, que es el supercontrato de la estabilidad laboral, tener uno de esos es una suerte. A veces llega el día 31 y no sé si voy a trabajar al día siguiente. Llevo así tres años.

Mi mujer es médico también, con contratos trimestrales. No nos podemos comprar un coche porque no tenemos el aval de un contrato fijo, y ya si nos ponemos a pensar en tener hijos… Es que no puedo hacer planes: el jueves no puedo decirle a mi madre si la iré a ver el Día de la Madre porque no sé si tendré que trabajar el domingo».

Fuente: El Confidencial.com