23 razones

23 razones: Análisis de la Sanidad Pública. Parte 3

Continuación del análisis se la Sanidad Pública realizado por un compañero.

Categorias: Actualidad Andalucía, Actualidad Nacional, Visto en Prensa
Colectivos:

Antes de nada os dejamos el anterior análisis, podéis leerlo aquí. 

«Lo segundo que se aprende es que el trato que se recibe por parte de los médicos en este país suele ser pésimo. Y en esto no hay distinciones entre lo público y lo privado».

8. El trato. Agárrate las gónadas, Mariano. Atención primicia, los médicos no “tratan” a los pacientes. Me refiero en el sentido de “mi prima me trata mal cada vez que vamos de compras y no me deja elegir”, “la chica que me gusta no me trata bien porque nunca da likes a las fotos que subo al Instagram”. Acaso con el significado de proporcionar un tratamiento. Quiero decir, señor, los médicos no tienen una relación de ese tipo la cual parece invocar con su parco estilo. A ver. Hay que hilar fino con esto, entramos en el pantanoso terreno de la bioética. ¿Algún bioético en la sala? 

Los médicos tienen una relación asistencial imparcial, con cierta distancia como marca la rigurosidad técnica y al mismo tiempo cercana y cálida como demanda e impone la atención de una persona que padece un problema y precisa de una solución. No es un vendedor de tabaco antipático y grosero que despacha mal a sus clientes y por eso aquéllos terminan por adquirir los cigarrillos en otro establecimiento. No, mire. Este error es universal, eso del paternalismo o peor, el colegueo, paso por alto la licencia. Así como desearía que olvidaran el símil anterior por la sola mención de ese veneno legal que llena año tras año las plantas del hospital de pacientes con enfermedades potencialmente letales. 

Sin duda el médico escucha y comunica un estado de salud concreto y las posibles soluciones o vías para iniciar una determinada pauta, desde una perspectiva muy amplia. Eso de tratar mejor o peor lo dejamos para otros ámbitos donde no esté en juego la salud de las personas. Lo reservamos para un grado menos existencial, si lo prefieren. Lo admito, este punto no quería ser domado tan bien como el resto de la exposición, cuyas aportaciones el autor parece que las haya dejado botando para rematarlas con un derechazo a media pista.

9. Suele ser pésimo. Ah, otro eco que resonará en nuestras mentes durante largo tiempo, quizás acompañen a las tinieblas que se ciernen sobre nosotros ahora que el invierno se aproxima implacable. ¿Pero después de haber incurrido en lo del “trato” cabía esperar algún tipo de resolución que no fuera absolutamente peyorativa? Bueno, yo en un milisegundo había esperado que dijera algo así como que los médicos de este país, al menos, son la única figura que trata bien a los usuarios del sistema de salud. Me equivoqué. Ni por un instante imaginé que un médico (repito, salvo ese piloto que estrella aviones en el aire o aquel abogado que blanquea dinero negro de sus satisfechos clientes) pudiera tratar mal a un paciente con esa facilidad y alegría que se desprende del calumnioso comentario. Lo siento, ¡no me jod…! ¿Que el trato de los médicos en este países pésimo? Así, a brochazo gordo, con escopeta recortada, a perdigonazos, bomba en racimo sin sensor de calibración óptimo. Insisto, los médicos realizan una atención basada en una relación de comunicación adaptada a cada caso concreto y siempre desde el respeto, la humanidad y los derechos del paciente. Es algo tan superior al mero concepto de trato que me hierven las cejas solo de considerarlo una vez más. Por tanto no pueden tratar mal por el simple hecho de que no tratan netamente. Realizan una labor, afortunadamente, mucho más amplia, profunda, dilatada y todos los sinónimos que gusten de agregar.

10. En lo público y lo privado. Ataque, galopada, embestida a todo el gremio, aquí no se va a salvar ni dios. Si ya desde el inicio de la columna se veía venir…No, miento. Nunca había leído una soflama tan ensañada contra los galenos. Pero pongamos que es verdad que los médicos tratan a los paciente de algún modo obsesivo. Y que este modo es malévolo, penco, sórdido, precario, simple, llano, informal, caricaturesco, por atajos. En una palabra, pésimo. Pongamos que los médicos tratan de forma pésima a los pacientes en España, tanto en las consultas del Centro de Salud como en el Hospital, tanto en la sala de quirófano como en la unidad de cuidados intensivos. Venga. ¡Y en lo privado, también! ¿En serio? Es decir, que nos tiramos piedras sobre nuestro tejado al mismo tiempo que escupimos para arriba y con otra mano practicamos el lanzamiento de urea encontra del viento. El combo total. Perfecto, aún así se lo compro. 

No nos detengamos ahí, por favor. Sumemos a esta deriva la insana pretensión de ganar más dinero, porque igual somos unos avariciosos devoradores de la necesidad ajena en forma de enfermedad y nos pirra exprimir las preocupaciones de los asegurados con todo lo que esté a nuestro alcance. Vale, redoblo la apuesta. Y la mejor idea es llegar al centro privado después de haberla liado parda en lo público para provocar la ira de los pacientes llevando a cabo la práctica de la forma menos correcta posible en el seno de la legalidad vigente. Faltaría, lo criminal es el peldaño siguiente a lo pésimo. Porque claro, los médicos tratamos de esta guisa a los pacientes desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Tocata en fa menor.

Continuará…

Un médico de la sanidad pública