23 razones

23 razones: Análisis de la Sanidad Pública. Parte 2

Continuación del análisis se la Sanidad Pública realizado por un compañero.

Categorias: Actualidad Andalucía
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Antes de nada os dejamos la primera parte, podéis leerla aquí.  

«…cotizar en la SS, para las emergencias y asuntos de salud mayores, (…), un seguro privado para los chequeos de rutina».

6. Cotizar en la SS. Segunda estocada. No debería ser necesario indicar que si uno decide vivir en un país social y democrático, donde cohabitan la Justicia sin corrupción, elecciones libres, libertad de prensa y todo eso, es decir, un Estado con pleno Estado del Bienestar incorporado, no querrá no cotizar. Me imagino. Ah, ah, esperen. Que no va por ahí la cosa, creo. Que la SS tenerla hay que tenerla por aquello de las emergencias y asuntos mayores. 

Es que, igual es cosa de mi entendimiento, da la sensación de que al autor le ha costado horrores sugerir que es obligatorio cotizar en la SS. Cotizar por pena o algo así, por caridad humana, ¿quizás? Veamos, ¡sáquenme de este atolladero! Para empezar, emergencia es, sin jerga médica, encontrarse al borde de caer al otro barrio. Por mayores intuyo que se referirá a enfermedades graves y de difícil curación. Pienso yo, no hay más datos que el texto alumbre (ni idea de lo que habrá querido expresar dado el grado de finura presentado hasta el momento). ¡Faltaría pues que uno no tuviera que pagar una parte de su salario por tener acceso a ello de forma universal y en cooperación solidaria! ¿Derechos caídos del cielo? No aquí, en este planeta, de momento.

7. Seguro privado para los chequeos de rutina. Ajam. La madre del cordero. ¿Qué chequeos? ¿Qué rutina? ¿Qué me dice? El columnista da por hecho la naturalidad y eficiencia de los chequeos de rutina. ¿Estamos seguros de ello? Los screening universales avalados por la ciencia médica como método de prevención son muy contados y a la luz de nuevas y mejores investigaciones pueden y deben quedar siempre en entredicho (el ejemplo de la mamografía es útil en este aspecto). Aún así, se realizan, y bien, en un marco de edad, hasta que se demuestre lo contrario, cómo no. Es más, chequeos aleatorios o masivos pueden generar efectos contraproducentes. “Me voy a hacer un chequeo”. No sé si los multimillonarios de California en su tiempo libre se practican una resonancia de cuerpo completo o un análisis de médula ósea todas las semanas antes de bajar a la playa, lo desconozco. Espero que no, por su salud mental, si es que llegados a este punto la conservan intacta. 

Pero lo que sí conocemos todos los médicos es que los chequeos consensuados por la medicina a nivel internacional están amparados por la seguridad social. Por fin asoma uno de los puntos primordiales por los que este artículo resulta tan ofensivo para el gremio médico. Me explico: es la experiencia y la ciencia del médico lo que debe guiar la actitud diagnóstica en todo momento. No somos máquinas dispensadoras de chocolatinas ni brebajes. No nos rendimos a los caprichos de un comentarista de cierta web de autoconocimiento o la opinión, sin desmerecer, del vecino. Menos aún al pálpito personal o la intuición momentánea de un lego. 

Sí, nuestro cuerpo es nuestro y nuestra preocupación es la nuestra, pero igual cualquiera no está preparado para entender ni a su cuerpo ni el origen o consecuencias de su preocupación. 

Al contrario de lo que deja traslucir el autor, la inmensa mayoría de los médicos (sí, existirán médicos que han cometido tropelías al igual que pilotos de avión que han estrellado naves en pleno vuelo) saben detectar en función de las variables del paciente y de los conocimientos actualizados de la medicina cuándo, cómo y por qué se debe llevar a cabo un chequeo —por cierto, palabro muy vulgar y de escasísimo uso entre nosotros por sus insustanciales connotaciones—. 

El médico de atención primaria lo sabe, de hecho hasta los pide, y los repide. En un contexto, créanme, de ruido ambiente infernal. Y en el hospital, más de lo mismo. Hasta se conoce sobradamente que se solicitan más pruebas de las que la conciencia nos dicta por la presión asistencial a nivel social e individual. Entonces, eso de hacer un chequeo, mire, lo dejamos para la sobremesa. (A lo de antes se le conoce como medicina defensiva, vaya por delante, y es una lacra para los recursos económicos del sistema).

Continuará…

Un médico de la Sanidad pública